FEMENINA Y CONSUMO DE DROGAS: UN ESTUDIO CUALITATIVO IDENTIDAD FEMENINA Y CONSUMO DE DROGAS: UN ESTUDIO CUALITATIVO FEMININE IDENTITY AND DRUG USE: QUALITATIVE RESEARCH Augusto Pérez Gómez* y Marcela Correa Muñoz** Corporación Nuevos Rumbos, Colombia.

RESUMEN

Este estudio examina la relación entre identidad femenina (IF) y consumo de drogas. Setenta y seis mujeres de tres

grupos de edades (jóvenes, adultas jóvenes y adultas mayores), de tres niveles socioeconómicos (alto, medio y bajo) y tres

circunstancias de consumo (consumidoras, no consumidoras y ex consumidoras) fueron entrevistadas sobre seis aspectos:

la definición de ser mujer y las diferencias con ser hombre; la autovaloración femenina; los factores que influyen en la

construcción de la IF; la evolución de la IF; IF y consumo de drogas; factores protectores y de riesgo.

Las entrevistadas consideraron que la mayor parte de los cambios recientes dentro de la sociedad occidental han

mejorado sustancialmente la condición de la mujer, aun cuando algunos de esos cambios también han incrementado su

vulnerabilidad y están asociados al notable aumento del consumo de drogas entre las mujeres. Varios de los factores

mencionados no suelen aparecer en los estudios sobre este tema ("mal uso de la libertad", "abandono de responsabilidades",

"conducta sexual inadecuada") probablemente porque sus autores temen que se les acuse de estar censurando a las mujeres

contemporáneas; en este estudio se presentan las percepciones de las mujeres, no las interpretaciones de los autores.

Palabras clave: Identidad femenina, consumo drogas, investigación cualitativa, factores protectores, factores de riesgo.

ABSTRACT

This study examines the relationship between feminine identity and drug use. Seventy-six women in three ages groups

(young, young adults, and mature adults), in three socio-economic levels (upper, medium, low) and three drug use conditions

(non users, users and ex users) were interviewed on six aspects: definition of being a woman; and difference with being a

male, women's self-evaluation, factors influencing the development of FI; FI and drug use; and risk and protective factors.

The results showed that the interviewees think that most of the changes that occurred in West society have substantially

improved women's condition; nevertheless, some of those changes have also increased vulnerability and are associated

with the notorious increase of drug abuse among women. Some of such factors are rarely mentioned in current studies on

these issues (for instance, 'bad use of freedom', 'lack of responsibility', 'sexual misbehaviour') probably because authors

are afraid of being accused of blaming women. In this study women's perceptions are presented, rather than authors'

interpretations.

Key words: Female identity, Drug abuse, Qualitative research

Introducción

La mayoría de culturas ha establecido una diferenciación

de los roles sociales entre los sexos, llegando a

considerarlos no sólo diferentes sino a menudo

antagónicos. Así, diferencias biológicas tales como el

embarazo en mujeres o la mayor fuerza física de los hombres,

han determinado la asignación de los tradicionales roles

dicotómicos: uno característico de hombres y el otro de

mujeres, tanto en el plano educativo como en los ámbitos

familiares, laborales e incluso en las relaciones de poder

(Stocco, Llopis, DeFazio, Calafat & Mendes, 2002).

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No obstante, la idea de que «lo masculino» y «lo

femenino» son categorías mutuamente excluyentes que se

legitiman y naturalizan desde lo biológico, ha sido

ampliamente discutida (Lagarde, 1990). Así, los estudios

sobre roles sexuales muestran que cada vez son más los

hombres y las mujeres que manifiestan rasgos y

comportamientos tradicionalmente atribuidos al sexo opuesto

(Ojeda, Melby, Sánchez & Rodarte 2007). Polanco y Jiménez

(2006), en un estudio con familias mexicanas migrantes,

encontraron que ante la ausencia de su cónyuge las mujeres

adoptan roles tanto masculinos como femeninos en lo

concerniente al cuidado y sostenimiento de la familia. Por

otra parte, Muller y Kligman (2002) afirman que los cambios

a nivel social y cultural que han facilitado la inserción de la

mujer en el ámbito de lo público, cuestionan los imaginarios

que tradicionalmente limitaron el rol de la mujer al ámbito de

lo privado. La facilidad con que hombres y mujeres adoptan

rasgos y comportamientos del otro sexo, en diversas

situaciones, ya sea porque se ven forzados ante crisis

económicas, migraciones o desplazamientos (Sautu, Cousu,

Griselli & Pérez, 1998; Fondo de Desarrollo de las Naciones

Unidas para la Mujer, 2005) o porque las condiciones del

entorno social y cultural ofrecen un mayor número de

oportunidades para ambos sexos, han llevado a replantear

las categorías tradicionales asociadas al sexo y a buscar

conceptos más elásticos e inclusivos (Isaac & Shah, 2004).

Lagarde (1990) considera que, actualmente, junto con

las nuevas formas de abordar el concepto de identidad

sexual, y de manera contradictoria, subsisten y prevalecen

en la mayoría de culturas representaciones de lo masculino

y lo femenino como categorías diametralmente opuestas.

Así, dichas diferencias siguen estructurando la identidad de

hombres y mujeres, y se resisten a desaparecer; estos

hallazgos pueden indicar que las representaciones de lo

masculino y lo femenino pueden tener fundamentos

biológicos, que no se refieren a comportamientos concretos

sino a formas de abordar determinadas situaciones (Pinker,

2003).

Las diferencias entre hombres y mujeres en lo que se

refiere al abuso y dependencia de sustancias psicoactivas

han sido objeto de interés especialmente en los últimos 30

años. Hasta ese momento, la mayoría de los estudios se

limitaban a constatar que había diferencias de porcentajes,

de frecuencia, de edad de inicio y de otras variables

demográficas. Esta situación ha tenido cambios importantes,

en particular porque se busca identificar patrones de uso

diferenciales, razones de consumo y experiencias vividas

relacionadas con varias sustancias.

Autores como Gignac (1999) y Rekalde y Vilches (2003),

señalan un evidente androcentrismo en la investigación,

que se refleja en todo el proceso científico, desde la

formulación de hipótesis de trabajo y desarrollo de las

investigaciones, hasta el tipo de sujetos a los que se estudia

y a partir de los cuales se extraen conclusiones; así, afirman

que con frecuencia las pautas de la drogadicción femenina

son simples derivaciones de resultados de estudios

efectuados exclusivamente con hombres (Rekalde & Vilches,

2003). Dar una mirada a la bibliografía existente en la materia,

por rudimentaria que sea, y a los datos estadísticos e

informes recopilados durante años sobre consumos de

drogas, «...es suficiente para percibir las notables diferencias

que aparecen entre hombres y mujeres en las formas en que

consumen las sustancias, en la evolución de las adicciones,

en las dosis y cantidades consumidas, en los patrones de

uso, etc...» (Rekalde & Vilches, 2003, pag. 7). Estos autores

afirman que las diferencias se manifiestan en todo tipo de

circunstancias, cantidades y modos: así, el consumo de

sustancias por vía oral es mayor entre las mujeres,

especialmente de fármacos y alcohol y es menor el consumo

por vía intranasal.

Algunos autores postulan que la problemática no

presenta diferencias importantes en lo que concierne al sexo.

Así, Perry (1979), en su análisis del uso de drogas en las

mujeres, no encontró ninguna especificidad asociada al

hecho de ser hombre o ser mujer. Años después, Zimmer-

Höfler y Dobler-Mikola (1992) tampoco observaron

diferencias significativas entre hombres y mujeres en su

funcionamiento social ni en su adaptación durante el uso

de drogas, ni tampoco en la razón principal por la que se

inicia el consumo, pero sí encontraron diferencias en la edad

de inicio, en los factores del medio asociados al inicio más

temprano de los hombres en el consumo (en comparación

con las mujeres) y en las recaídas. Estos mismos autores

destacaron cómo el inicio del consumo de opiáceos en

mujeres era con frecuencia inducido por el novio o

compañero, situación que no se observa con otras drogas

como la marihuana. Por su parte, Power (1995), en un estudio

comparativo con mujeres y hombres adictos tampoco

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encontró diferencias en las estrategias que utilizaban para

controlar el uso de drogas, contrario a lo encontrado en las

razones para renunciar al uso, siendo determinante en el

caso de las mujeres la responsabilidad de cuidar a sus hijos.

Rekalde y Vilches (2003), encontraron semejanzas en las

razones para reiniciar el consumo; también encontraron

semejanzas en la fuente de acceso a las drogas y la edad de

inicio, aunque destacaron que se observaron diferencias

significativas en las razones de inicio, duración de la adicción

e inicio del tratamiento.

Un amplio número de autores dan cuenta de diferencias

marcadas en el consumo de sustancias psicoactivas entre

hombres y mujeres. Allen (1994) afirma que a pesar de que

el número de adictos hombres es mayor, las mujeres adictas

sufren los efectos indeseables de las drogas en un 50-100%

más que los hombres. Taylor (1994) hace énfasis en el rol

activo del hombre en la iniciación del uso de drogas en las

mujeres, la dependencia de la mujer al compañero adicto, a

inyectarse ritualmente con él, así como la dependencia

financiera que mantiene en ellas su hábito.

Como característica diferencial, la más notable excepción

en la influencia del compañero es la duración de la adicción,

que es mucho más corta en ellos que en las mujeres, quienes

a su vez van a tratamiento más prontamente en lo que llamó

Ávila (1996) el «curso telescópico», refiriéndose al

desarrollo rápido que tiene la adicción en las mujeres. Otra

de las circunstancias diferenciadoras que parece estar

asociada con la adicción en las mujeres es la alta incidencia

de diagnósticos duales, en particular de desórdenes afectivos

y ansiedad (Sánchez, 2000; Blume, 1990).

La adicción al alcohol o a las drogas se relaciona

prácticamente con todas las patologías psiquiátricas, de las

cuales los síntomas de la ansiedad y los desórdenes

afectivos tienen notablemente mayor incidencia en las

mujeres; los desórdenes comportamentales y los

desórdenes de personalidad antisocial, son más frecuentes

en hombres; los desórdenes del comportamiento alimentario

tienen preponderancia en el género femenino así como, la

esquizofrenia y otros síntomas psicóticos (Sánchez, 2000).

Según los estudios de Stocco y sus colegas (Stocco et

al., 2000, Stocco et al., 2002), la mayoría de los investigadores

que ha estudiado la adicción en mujeres ha encontrado

diferencias significativas con los hombres. Las mujeres

tomarían cantidades más bajas de drogas pero desarrollan

una adicción más rápida, consumen más tranquilizantes y

sedantes, reciben más atención psiquiátrica y se encuentran

menos involucradas en actos judiciales que los hombres;

estos, por el contrario, presentan más bajo nivel educativo

y tienen pocos recursos financieros. La adicción en las

mujeres implicaría riesgos más altos y tiene repercusiones

graves en sus niños. Además, estas mujeres serían, con

frecuencia, víctimas de abuso sexual y físico.

Con respecto al consumo de alcohol, algunos autores

señalan distintas causas o motivos: por ejemplo, Rekalde y

Vilches, 2003 y Stocco et al. (2000), piensan que las mujeres

consumen alcohol como forma de escape ante situaciones

problemáticas: acontecimientos vitales, estrés, separación

de los hijos, ruptura de pareja, entre otras. Las tensiones

vividas en sus roles de madre, esposa, ama de casa y amantes,

y los sentimientos de inadaptación a estos roles, van de par

con la insatisfacción de las expectativas personales, todo lo

cual estaría íntimamente relacionado con su proceso de

alcoholización. Presentan también un patrón diferente al

masculino: beben en solitario, ocultan la bebida y ven

afectada negativamente su salud psicológica y física; son

más reticentes a aceptar su adicción; o eligen sustancias

que pueden consumirse en espacios privados y que le

ayudan a controlar sus emociones. Otros autores como

Molla (1997), Romo (2004) y Sánchez (2000), coinciden con

estas apreciaciones.

No todos los autores piensan que los motivos de inicio

y mantenimiento en el consumo son diferentes en hombres

y mujeres. Así, Calafat (2000), asegura que los motivos para

iniciarse en el consumo son muy similares entre varones y

mujeres: ir y aguantar la fiesta, la buena fama del "éxtasis",

trabajar de noche o evadirse de problemas, sin embargo en

este estudio hemos detectado un motivo específico de inicio

entre las mujeres: adelgazar. Este motivo puede estar

relacionado con la mayor presión social a que se ve sometida

la mujer por la imagen construida de lo «socialmente

deseable».

Al final, nunca se puede dejar de lado el motivo más

sencillo y directo, y según Romo (2004), el más importante:

la búsqueda de placer y diversión.

La revisión del uso de drogas por parte de las mujeres

se centra muchas veces en los efectos de la drogadicción

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sobre familiares y otras personas, más que en ellas mismas,

tal y como afirman Rekalde y Vilches (2003); es decir, una

cualidad de estos discursos y preocupaciones es el de no

poner al sujeto (la mujer) en el centro del problema, sino

desplazarlo y definir su importancia (la de la mujer) en

función de otros, de modo colateral, con carácter subsidiario

o dependiente.

El patrón característico de las mujeres en el consumo de

algunas sustancias, el mayor rechazo social y el menor apoyo

familiar durante el tratamiento (Llopis, Rebullida, Castillo &

Stocco, 2006; Ortiz, Soriano, Meza, Martínez & Galván,

2006; Castillo & Gutierrez, 2008), así como, el interés por

estudiar el tema considerando principalmente las

consecuencias sobre otros, guarda relación con la

concepción social y cultural de la mujer.

Katzman, Greenberg y Marcus (1991) revisaron todas las

historias clínicas de mujeres hospitalizadas por dependencia

a opiáceos en Nueva York, y descubrieron que antes de la

toxicomanía, alrededor de un cuarto del grupo total había

sufrido previamente bulimia nerviosa que, además, reaparecía

durante el período de desintoxicación. En su opinión, es

posible establecer una secuencia biográfica en estas

pacientes: adolescentes activas que esporádicamente tienen

comportamientos bulímicos, consumen marihuana, aumentan

de peso y cesan sus actividades normales. Lo anterior es

seguido por el inicio de acciones para perder peso como el

vómito autoinducido y el abuso de laxantes. Posteriormente,

el consumo de opiáceos se inicia y se desarrolla rápidamente

la dependencia, con la consecuente reducción de peso y la

ausencia de preocupación por este tema.

Stocco et. al. (2002) evidencian el impacto que tiene la

adicción a las drogas en la esfera de la maternidad. En algunos

casos, el uso crónico de drogas determina que el embarazo

se reconozca generalmente de manera tardía, yendo también

más allá del plazo normal para un posible aborto. Bajo tales

circunstancias, la maternidad es experimentada de modo

ambivalente y con dudas sobre la capacidad de manejar los

deberes maternales efectivamente. Cuando por el contrario,

una mujer adicta «escoge» deliberadamente tener un niño,

«...desde las fantasías les es dada la función de «libertador»,

casi como si fueran un salvador de las drogas...con poderes

curativos» (Stocco et. al, 2002, pag. 185).

En resumen, la adicción en las mujeres parece tener

características diferenciales respecto a los varones,

marcadas fundamentalmente en que desarrollan una

adicción de una gravedad mayor, que repercute en

consecuencias familiares y sociales más acusadas y en una

dificultad añadida a la hora de intentar abandonar el

consumo.

La participación creciente de la mujer en el campo laboral,

su mayor acceso a la educación, la política y la cultura -

aunque no necesariamente en condiciones de igualdad- se

ha reflejado en dinámicas sociales y familiares distintas,

nuevas maneras de vivir la maternidad y la sexualidad, la

construcción de proyectos de vida distintos y cambios en la

imagen que las mujeres tienen de sí mismas (Lagarde, 1990;

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2008;

Observatorio de Asuntos de Género, 2005). Sin embargo,

dichas transformaciones requieren ser analizadas no sólo

desde las particularidades del contexto social y cultural de

cada país, sino también desde la historia, condiciones de

vida y creencias propias de cada mujer, considerando que la

identidad sexual es una construcción biopsicológica y

social (Müller & Kligman, 2002). Vega (2007) señala que

los países latinoamericanos tienden a dar más importancia a

valores típicamente asociados con lo femenino, como el

cuidado del otro; por lo que en este tipo de países las mujeres

tendrían una mayor presión social por ajustarse a modelos

convencionales de feminidad.

Evidentemente en la evolución del fenómeno del

consumo de sustancias psicoactivas se ha dado un cambio

notable, que no sólo atañe a las sustancias y a los modos de

consumo, sino a todo el universo social y de sentido en que

se ha desarrollado. Entonces, sobre la base de estos roles y

expectativas, y de los comportamientos derivados, el

consumo y abuso de drogas adquiere en las mujeres un

rumbo y un desarrollo específico, que hay que interpretar a

través de una perspectiva definida.

En Latinoamérica nos encontramos frente a un campo

poco explorado, donde el grupo más importante de

investigaciones sobre mujeres adictas está relacionado con

el binomio drogas-embarazo, con muy poco trabajo sobre

prevención y dependencia en mujeres no embarazadas.

A pesar de que el tema del consumo de drogas en las

mujeres ha sido objeto de interés durante algunos años, la

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IDENTIDAD FEMENINA Y CONSUMO DE DROGAS: UN ESTUDIO CUALITATIVO

realidad es que no existen trabajos en los que se trate de

examinar la relación entre identidad femenina (IF) y

consumo: es decir, los que hablan son los terapeutas, o los

investigadores, no las mujeres. Este estudio se propone

analizar puntos de vista exclusivamente femeninos en lo

que se refiere a la forma como ellas creen que se construye

su identidad y el impacto que sobre ellas tiene el hecho de

ser o haber sido consumidoras de drogas. El objetivo es

tratar de entender de manera más clara si realmente existen

diferencias en lo que se refiere a identidad femenina entre

mujeres consumidoras, no consumidoras y ex consumidoras,

de qué forma el consumo afecta la identidad, cómo se ven

las mujeres a sí mismas a través del tiempo, y si es posible

observar diferencias en algunas de las experiencias

constitutivas de la IF que afecten la eventual probabilidad

de llegar a consumir drogas. Dado el empleo de una

metodología cualitativa, lo que se busca especialmente es

generar hipótesis que, en el futuro, puedan ser sometidas a

formas más precisas de verificación.

Método

Para analizar las relaciones entre identidad femenina (IF)

y consumo de drogas se empleó una metodología cualitativa

en la que, a través de una entrevista semi-estructurada (ver

anexo 1), se examinaron 6 grandes áreas: la definición de

ser mujer y las diferencias con ser hombre; la autovaloración

femenina; los factores que influyen en la construcción de la

IF; la evolución de la IF; IF y consumo de drogas; factores

protectores y de riesgo. Se había previsto originalmente

entrevistar a 81 mujeres, pero hubo grandes dificultades

para encontrar mujeres consumidoras de todos los niveles

socioeconómicos y de algunos grupos de edad que quisieran

participar en el estudio, y esto a pesar de que se ofrecieron

incentivos que parecían muy apropiados para las otras

participantes. Finalmente, se obtuvieron grabaciones

válidas de 76 entrevistas y se llevaron a cabo dos grupos

focales. Las entrevistas fueron analizadas con NQR-6 para

datos cualitativos.

Se manejaron tres variables para buscar las candidatas

a la entrevista, cada variable con tres categorías: nivel

socioeconómico (alto, medio y bajo: respectivamente A, M

y B); edad (jóvenes, de 18 a 25 años; adultas jóvenes, de 26

a 36 años; y adultas mayores, de 37 a 60 años:

respectivamente J, AJ y AM); y estatus de consumo

(consumidoras, no consumidoras y ex consumidoras: C, NC

y EX). Se hizo convocatoria pública a través de radio,

televisión y periódicos y se ofrecieron incentivos atractivos

(no dinero) a quienes aceptaran participar. 66 entrevistas

fueron realizadas por mujeres y 10 por un hombre. Los

grupos de mujeres entrevistadas quedó constituido así:Nivel

socio económico: Alto (18), Medio (27) y Bajo (31); Grupos

de edad: Jóvenes (34), adultas jóvenes (24) y mayores (18);

y Status de consumo: No consumidoras (29), Consumidoras

(17) y Ex consumidoras (30).

Resultados

Los principales resultados de este estudio son los

siguientes1:

En el capítulo de definición aparecen vinculados

fuertemente a la idea de mujer contemporánea el ejercicio

de múltiples roles y la capacidad de expresar sentimientos,

aun cuando esto último no se presenta en las mujeres

actualmente consumidoras; es posible que las mujeres que

consumen prefieran negar sus sentimientos, ya sea como

una forma de defenderse, de evadirse, o como resultado de

un efecto «anestésico» del consumo; por el contrario, las ex

consumidoras aparentemente recuperan su capacidad

expresiva.

Las mujeres NC tienden a tener conceptos más amplios

y positivos sobre las características de la IF, que las C y EX.

Consistentemente con la idea anterior, las mujeres

actualmente consumidoras no le dan importancia a la

maternidad, mientras que las ex consumidoras, al igual que

las NC, sí lo hacen.

La mayoría de las mujeres que dijeron no ver diferencias

entre hombres y mujeres eran consumidoras actuales; esto

puede significar que el consumo modifica la percepción

que las mujeres tienen de sí mismas. De manera semejante,

la mayoría de las NC y EX piensan que es mejor ser mujer

que ser hombre, mientras que para las C las diferencias no

parecen ser importantes.

1 Existe un reporte analítico de cerca de 100 páginas, disponible para quien desee consultarlo. Las entrevistas están transcritas en su totalidad y

también pueden ser utilizadas por quien las solicite.

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Aun cuando las mujeres entrevistadas utilizaron una

gran cantidad de calificativos negativos para referirse a

otras mujeres, el único concepto compartido por todas las

participantes es el de "envidiosas", seguido por "desleales"

(niveles B y M). Profundizar estos aspectos puede resultar

muy significativo tanto desde el punto de vista psicológico

como desde el sociológico. Las C resaltan más las ideas de

autosuficiencia y racionalidad.

Al seleccionar las ideas más corrientes sobre las mujeres,

todas incluyen ser vanidosas, tiernas y emocionales; al

pedirles que seleccionaran las 5 palabras más aplicables,

utilizaron las tres ya citadas y agregaron "hacendosas" y

"prácticas". Esto implica que el primer rasgo se ubica en la

relación consigo misma, los dos siguientes en las relaciones

con otros y los dos últimos en las acciones sobre el mundo

externo.

El análisis de la influencia de los factores que

contribuyen a la estructuración de la identidad femenina

permite concluir lo siguiente:

- Factor biológico: Constituye una influencia positiva por

la forma del cuerpo, por los cambios emocionales

asociados a procesos hormonales (que a veces pueden

ser negativos), y por las posibilidades de ser madres y

de dar a luz.

- Intelectual: Es positivo para todas las mujeres, pues la

educación las ha hecho más competitivas y ha

provocado un cambio de la percepción de sí mismas.

No se dieron diferencias con respecto a ninguna de las

variables con las que se trabajó en este proyecto.

- Sexualidad: Es un factor positivo: las jóvenes y adultas

jóvenes piensan que es un valor positivo en sí mismo y

que debe ser ejercido con responsabilidad. Sin embargo,

algunas de las entrevistadas, especialmente mayores,

subrayan la importancia de ser responsables dado el

número de embarazos no deseados en la juventud

precisamente por el mal manejo de la sexualidad, la mala

educación sexual en las instituciones educativas y por

cierto exceso de libertad y permisividad en el que los

jóvenes se encuentran inmersos actualmente.

- Político-económico: Es positivo, pues los cambios

ocurridos le han dado a la mujer la posibilidad de

participar en los destinos de la sociedad y de destacarse

en esas labores. Esto logros les han proporcionado a

las mujeres autonomía e independencia, lo cual a su vez

ha llevado a que se modifiquen el autoconcepto y la

auto-estima. Habría un efecto negativo en el sentido en

que se ha disminuido la posibilidad de mantener

contactos estrechos a nivel familiar.

- Emocional: es considerado colectivamente como el

factor más importante de todos, pues se le considera

inherente a la naturaleza femenina, independiente de

los cambios culturales. Es el aspecto que se ve más

afectado en las consumidoras de sustancias.

La percepción sobre las diferencias entre el momento

actual y hace 30 años es que tales diferencias son enormes:

actualmente hay mayor libertad, mayor igualdad, más

oportunidades, independencia y posibilidad de trabajar. En

el nivel M se considera con frecuencia que la familia ha

perdido importancia y que las mujeres han descuidado a

sus hijos y son irresponsables; las NC critican los excesos

y piensan que hay mayor interés en lo profesional. Todas

las mujeres entrevistadas, independientemente de la edad,

el estatus de consumo y el nivel socioeconómico, estuvieron

de acuerdo en que la época actual les ofrece a las mujeres

grandes ventajas a nivel de expresión y comportamiento,

independencia económica y profesional, autonomía y la

posibilidad de ser emprendedoras y dinámicas.

En cuanto a la felicidad comparada con hace 30 años,

las NC de niveles A y M piensan que antes eran más felices

porque todo era más fácil, especialmente a nivel económico,

pues los hombres se ocupaban de eso; las NC de nivel B y

las C de nivel M y B, piensan que antes eran menos felices

a causa de la dependencia y el maltrato.

Al citar cinco situaciones para analizar si son mejores

ahora o antes, la gran mayoría de las respuestas indicaron

que la autonomía, la independencia y la productividad

económica son mejores hoy; por el contrario, la vida familiar,

la importancia de la maternidad y la atención a los hijos se

han deteriorado. Esto implica que la asunción de nuevos

roles ha favorecido la dimensión estrictamente individual,

pero en contrapartida la vida relacional y de roles

tradicionales de las mujeres han perdido peso e importancia,

lo cual no es visto como positivo por muchas de ellas; a

pesar de esto, ninguna considera deseable volver a las

situaciones del pasado.

En lo referente a las relaciones entre identidad femenina

y consumo, los principales resultados fueron los siguientes:

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IDENTIDAD FEMENINA Y CONSUMO DE DROGAS: UN ESTUDIO CUALITATIVO

Los cambios ocurridos en la posición de la mujer dentro

de la sociedad y la manera de verse a sí mismas tienen sin

lugar a dudas una relación con el consumo de drogas. La

gran mayoría de las entrevistadas parece muy conciente

de que el número de mujeres involucradas en el consumo

de sustancias es mucho mayor ahora que antes; sin

embargo, las mujeres de nivel B tienden a atribuir el

aumento del consumo femenino a factores personales y

a factores de tipo emocional. Asociado a lo anterior,

muchas creen que el exceso de libertad e independencia

ha aumentado la vulnerabilidad de las mujeres a diferentes

situaciones peligrosas, entre las cuales están las drogas

y la promiscuidad sexual; en lo que se refiere a la opinión

de las C y EX, la identidad femenina se ve fuertemente

afectada por el consumo: mientras que están

consumiendo se ven a sí mismas como poderosas, fuertes,

independientes, seguras, pierden el miedo y se dicen

mentiras (por ejemplo, niegan ante sí mismas los cambios

que se hacen evidentes al abandonar el consumo); todo

esto desaparece al dejar de consumir.

La opinión general es que las mujeres que más consumen

son las de bajos recursos, pues tienen un entorno social

y familiar problemático, una pobre educación y malas

amistades; también se considera que las prostitutas,

las mujeres liberadas que viven solas, las que tienen

problemas familiares y las universitarias, tienen altos

niveles de consumo. Las NC y EX piensan que la

libertad, los amigos, el vacío afectivo, la soledad y los

problemas familiares, son los principales factores de

incremento del consumo de sustancias. Las C solo

mencionan los problemas familiares

Las C y EX (con excepción de las de nivel B) consideran

que hay una asociación estrecha entre la forma de verse a

sí mismas y el tipo de droga que se consume: unas buscan

verse "lindas", otras subir la autoestima, relajarse y "ser

felices". Entre las razones más poderosas para consumir se

citan problemas familiares y afectivos y los amigos;

secundariamente, la curiosidad, el placer y la incertidumbre

económica. La gran mayoría de las entrevistadas

consideraron que los hombres tienen razones parecidas,

aun cuando pueden tener pesos diferentes: en este caso

los amigos, la curiosidad y la soledad pesan más que en el

caso de las mujeres.

Las personas entrevistadas consideraron que no existe

una relación entre el nivel socioeconómico y el tipo de

drogas que se usa, salvo por razones de precio; así, si hay

disponibilidad por regalos o invitación, las diferencias

desaparecen. Pero sí existiría relación entre edad y consumo:

las personas jóvenes son las que más consumen, por

imitación de los adultos y mayor fragilidad. Esta creencia

tiende a confirmarse en los estudios epidemiológicos

recientes (Pérez Gómez et al., 2002; MPS/CICAD, 2005), así

como en un estudio sobre patrones transicionales publicado

recientemente (Pérez Gómez, 2007) e implican que deberá

ponerse más atención a esos rangos de edades,

especialmente protegidos por normas legales que,

desafortunadamente, no se cumplen.

Hay una valoración social muy negativa de las mujeres

que consumen drogas: la mayoría de las entrevistadas

piensa que su rol dentro de la familia se modifica, pierden

características netamente femeninas (como delicadeza,

ternura, ser hacendosas) y presentan un comportamiento

sexual desordenado. Las mujeres NC se abstuvieron de

hacer censuras o críticas demasiado negativas de las C, y

más bien expresaron compasión y tristeza por ellas a causa

de todo lo que pierden a nivel de feminidad.

La mayoría de las personas entrevistadas piensa que

no hay nada positivo en el consumo, pero algunas

consideran que da placer, ayuda a olvidar los problemas y

a relacionarse con otros. Los tres aspectos negativos del

consumo más subrayados son: produce autodestrucción,

afecta negativamente a la familia y produce consecuencias

sociales como señalamiento y discriminación.

Los sitios de consumo más usuales para las mujeres

son la calle, sitios de reunión o fiestas; muchas de ellas

rechazan consumir en la casa, aun cuando esta restricción

desaparece cuando el problema se agrava.

Los principales factores protectores de las NC son los

valores de la familia como responsabilidad y cumplimiento

de normas, cuidado y comunicación de padres a hijos; por el

contrario, las razones por las cuales una mujer se involucra

en consumo serían los problemas familiares, afectivos y la

curiosidad. Y las principales razones asociadas a la

suspensión del consumo son de tipo familiar (los hijos,

embarazo, pareja), personales ("tocar fondo", ponerse en

riesgo) y maduración. Los factores que según las C y EX

habrían contribuido a que ellas no se vieran involucradas en

problemas de consumo serían un mejor entorno familiar, unos

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padres más protectores y mayores niveles de seguridad

personal.

Los grupos focales permitieron ratificar la información

obtenida y analizada desde la perspectiva de diferentes

variables (edad, nivel socioeconómico y condición de

consumo). Un dato relevante que no apareció en las

entrevistas individuales se refiere a la aparición de violencia

mujer-hombre, inexistente hace 30 años.

Discusión

El análisis de 76 entrevistas hechas a mujeres no

consumidoras, consumidoras y ex consumidoras de

sustancias psicoactivas, de diferentes edades y niveles

socioeconómicos, proporcionó una visión global y

comprehensiva de la forma como las mujeres se ven a sí

mismas en el momento actual. Esta visión rara vez aparece

en los documentos de investigación, cuyas conclusiones

son más el resultado de las elaboraciones de sus autores, o

incluso de posiciones a priori, que de expresiones concretas

de las mujeres.

Una buena parte de las afirmaciones referentes a la

manera como las mujeres perciben las relaciones entre las

condiciones de la vida moderna, el consumo y la identidad

femenina, al ser dichas por las mismas mujeres resulta de una

gran lucidez, pero dicho por investigadores, especialmente

si son de sexo masculino, probablemente sería muy mal

recibida en ciertos medios. Por ejemplo, la asociación que

señalan entre libertad, autonomía e independencia y

aumento de la vulnerabilidad a "muchos peligros", entre

ellos las drogas, podrían ser interpretados como sugerencia

de limitación de esas posibilidades para disminuir los

riesgos. Pero eso no es de ninguna manera lo que dicen las

mujeres entrevistadas: lo que proponen, aun cuando no es

explícito, sugiere la búsqueda de estrategias de

autorregulación.

La percepción de las mujeres sobre las características

de quienes más consumen deberá contrastarse con los

resultados del próximo estudio epidemiológico nacional que

se haga en el país. En caso de que coincidan, los estudios

del tipo presentado aquí obtendrían un cierto nivel de

validación que facilitará en el futuro la toma de decisiones

importantes.

Las razones que dan las mujeres para involucrarse en

consumo y para salir de él parecen ser un poco más amplias

y precisas que las señaladas en estudios previos, como los

citados por Stocco et al. (2002) y Rekalde y Vilches (2003):

por ejemplo, añadieron razones de tipo personal con alto

contenido cognoscitivo («tocar fondo», ponerse en riesgo)

y procesos de maduración, que ameritan un análisis más

profundo. Estos factores, así como la influencia fundamental

de la familia en la prevención y la recuperación, todos los

cuales aparecieron igualmente en un estudio reciente sobre

recuperación natural (o sin tratamiento) en hombres y

mujeres (Pérez Gómez & Sierra Acuña, 2007), pueden

contribuir a lograr una perspectiva más clara sobre los

elementos que intervienen tanto en la generación como en

la solución del problema del consumo de drogas.

La metodología empleada en este estudio parece muy

apropiada para explorar ciertos temas que son de gran

actualidad, pero sobre los cuales con frecuencia se presentan

más interpretaciones cargadas de ideología que expresiones

auténticas de las personas a las que se refieren. Es probable

que en otros contextos culturales, o incluso en otros países

de cultura hispánica, se presenten expresiones muy diferentes

a las que se registraron en esta investigación. Dadas esas

consideraciones, sería óptimo poder comparar estos

resultados con los observados en poblaciones hispánicas

de países como Estados Unidos y Canadá.

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* Corporación Nuevos Rumbos, Director

** Corporación Nuevos Rumbos, Asistente

Este estudio fue financiado conjuntamente por el Departamento de Psiquiatría de la Robert Wood Johnson Medical School (Jeffrey Merrill Grant on

Global Health), New Jersey, la Corporación Nuevos Rumbos y la Dirección Nacional de Estupefacientes de Colombia.

Deseo expresar mis más sinceros agradecimientos a la University of Medicine and Dentistry of New Jersey y al Dr. Javier Escobar, Jefe del

Departamento de Psiquiatría de la Robert Wood Johnson Medical School, UMDNJ, por su apoyo a este trabajo a través de la "Jeffrey Merrill Grant

on Global Health"; a la Dirección Nacional de Estupefacientes, por el aporte financiero que permitió terminar la investigación; al Colectivo Aquí y Ahora,

la Corporación Caminos, de Cali, y CARISMA, de Medellín, por haber facilitado espacios y personas para ser entrevistadas; y al equipo de Nuevos

Rumbos que realizó las entrevistas.

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ANEXO

ESQUEMA DE TRABAJO SOBRE IDENTIDAD FEMENINA Y DROGAS (abreviado)

INTRODUCCION PARA LOS ENTREVISTADORES

El entrevistador debe tener cuidado en asegurarse que todos los temas se toquen en la entrevista, pero puede dar

explicaciones o pedir ampliación de una respuesta siempre que lo considere necesario. Se sugiere la siguiente apertura de la

entrevista:

«Yo le voy a hacer una serie de preguntas que se refieren a las características que hacen que una mujer sea mujer: eso es

lo que se conoce como «IF». Por favor siéntase libre de hacer todos los comentarios y de dar todas las explicaciones que

quiera.

1. Ser mujer y ser hombre: Conjunto de preguntas destinadas a facilitar el inicio de la entrevista, a evitar tener que

explicar conceptos y a situar a la persona en el tema focal de esta investigación.

a. ¿Ser mujer y ser hombre es lo mismo?¿cuáles son las principales diferencias?

b. ¿Qué cosas hacen las mujeres que los hombres en general no hacen? ¿hay diferencias entre la manera como piensan

las mujeres y como piensan los hombres? Y ¿hay diferencias entre la manera como sienten las mujeres y como sienten

los hombres?

2. Autovaloración femenina: Preguntas que buscan examinar la forma como las mujeres se ven a sí mismas en términos

positivos y negativos.

a. En la sociedad actual qué es mejor: ¿ser hombre, o ser mujer? ¿Por qué?

b. ¿Cuáles de las siguientes ideas corrientes sobre las mujeres cree usted que son ciertas? (Las explicaciones son para las

personas que no entiendan las palabras): Vanidosas; Caprichosas; Independientes; Celosas; Consumistas(que les

gusta comprar mucho); Emocionales (que responden más con la emoción que con la razón, no se detienen a pensar las

cosas); Poco inteligentes; Chismosas; Prácticas; Hipócritas; Previsivas (que son capaces de pensar en 'si yo hago esto

va a pasar aquello'); Dinámicas; Lujuriosas (que piensan mucho en sexo); Intrigantes; Racionales (que piensan las

cosas); Altruistas (que ayudan a los demás sin esperar recompensa); Prudentes; Demasiado habladoras; Tiernas;

Comprensivas; Seductoras; Traicioneras; Autosuficientes (que yo puedo resolver los problemas sola); Hacendosas

(pendientes de todos los asuntos de la casa); Resistentes al dolor; Envidiosas; Estudiosas; Desleales.

c. Veamos ahora de la lista, que le voy a volver a leer, - escoja 4- cuáles se aplican definitivamente más a las mujeres que

a los hombres.

3. Cómo se construye la identidad femenina: Las preguntas están destinadas a identificar las fuentes de la IF, de la

siguiente manera:

Ahora vamos a mirar lo que usted piensa sobre la importancia de los factores que hacen que las mujeres sean como son;

dígame si a usted le parece que esa influencia es positiva o negativa; por ejemplo: (no leerlos todos al tiempo, sino uno

por uno y esperar respuestas).

1. La familia

2. La religión

3. La política

4. Lo económico

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LIBERABIT: Lima (Perú) 17(2): 211-222, 2011

IDENTIDAD FEMENINA Y CONSUMO DE DROGAS: UN ESTUDIO CUALITATIVO

5. Lo biológico

6. Lo sexual (explicar que se trata de la manera como se vive la sexualidad)

7. Lo emocional

8. Lo intelectual

4. Evolución de la identidad femenina: Las preguntas buscarán examinar la valoración que hacen las mujeres de los

cambios en la identidad femenina que han tenido lugar a los últimos 30 años

a. ¿A usted le parece que las mujeres de hoy son distintas a las de hace 30 años? ¿Cómo?

b. ¿Usted cree que las mujeres de hace 30 años eran más - o menos- felices que las de hoy? ¿Por qué?

c. De la siguiente lista de características o experiencias, cuáles cree usted que son mejores hoy para las mujeres que hace

20 años:

i. Autoestima (que se quieren y confían más en ellas mismas)

ii. Independencia

iii. Vida familiar

iv. Productividad económica

v. Atención a los hijos

vi. Importancia de la maternidad

5. Identidad femenina y consumo de drogas: Aquí la atención se focaliza en el núcleo central del proyecto; se tendrán

en cuenta las siguientes temáticas:

(1) De qué manera los cambios en la forma como una mujer se ve a si misma en los últimos años se relacionan con el hecho

de que una mujer consuma o no consuma drogas?

(2) IF y niveles/tipos de consumo

a. ¿Cuáles son los factores que han hecho aumentar el consumo de drogas en las mujeres en los últimos años?

b. Según usted ¿qué clase de mujeres son las que más consumen drogas?

c. ¿Usted cree que la manera como se ven ellas mismas tiene alguna relación con el tipo de droga que se consuma?

Fuentes:

- Biológicas

- Familiares

- Sociales

- Políticas

- Personales

Religiosas

Económicas

Emocional

Intelectual

Sexual

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(3) IF y motivos para consumir

(4) IF y nivel socio económico

(5) Consumo y grupos de edad

(6) IF y consumo-no consumo- ex consumo

a. El hecho de consumir drogas ¿cambia la manera como una mujer se ve así misma? ¿En qué sentido?

b. Según usted, la valoración social (es decir lo que opina la gente) del hecho de consumir drogas ¿es igual para

hombres y para mujeres? ¿A qué cree que se debe este hecho?

(Únicamente para no consumidoras)

c. ¿Cómo percibe una mujer no consumidora a una consumidora desde el punto de vista de la feminidad?

(Para mujeres consumidoras y ex consumidoras)

d. ¿Cómo empezó a consumir? ¿Por qué?

e. ¿Cómo eligió la droga?

f. ¿Qué encuentra de positivo en el hecho de consumir drogas, y qué de negativo?

(7) Consumo y contexto social

a. Con quién inicia

b. Con qué inicia

c. En qué sitios y situaciones consumen y en cuáles no

6. Factores protectores y factores de riesgo:

[Para no consumidoras]:

a. ¿Cuáles fueron los factores que hicieron que usted nunca consumiera?

[Para ex consumidoras]:

b. ¿Cuáles fueron los factores que contribuyeron para que usted dejara de consumir?

[Para consumidoras y ex consumidoras]:

c. ¿Cuáles son las razones que llevan a una mujer a consumir drogas?

d. ¿Qué situaciones o circunstancias habrían podido ayudar a que usted no consumiera?

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